La música estaba triste,
muy triste y se apagaba…
Parecía que sentía e intuía,
que nadie la quería ni la oía.
Y muy lejos se quiso marchar,
porque nadie la escuchaba…
Al irse, la empezaron a llamar.
Mil musas se pusieron a cantar
y una, dulcemente la miraba…
Todos fueron a cantar y bailar.
Y así la música pudo apreciar
que el universo entero la amaba.
(A.S. Pérez)