Más de mil gaviotas volaban
porque no encontraban la
costa.
La Luna y el Sol se ocultaban.
Parecía que lo hicieran a
posta.
Miles de peces se escondían
cuando mil gaviotas
divisaron.
Y todos los peces que huían,
sus noches y días acabaron.
Si el Sol no se hubiera
ocultado
y al mar la Luna diera su
reflejo,
esa tierra hubieran
encontrado
y los peces salvado su
pellejo.
Qué mal lo pasaría la nube
aquella
cuando de una pesadilla
despertaba.
Vio a los peces y a esa Luna
tan bella
y los salvó cuando ella se
apartaba.
Y así se pudo la bella Luna asomar
cuando el Sol llorando ya se ocultaba.
La Luna dio todo su brillo
para el mar
y su reflejo a esos peces los
salvaba.
(A. S. Pérez)
El estar en el justo momento y en
el lugar oportuno, puede hacer cambiar cualquier acontecimiento tanto de
forma positiva, como negativa. Un simple segundo, puede dar un giro
radical a nuestras vidas. Os dejo este pequeño poema cuento que trata
sobre este tema.
El poema anterior me ha gustado mucho, pero este tanto o más, y siempre nos dejas un regusto a que en la naturalaza hay mezcla de dolor y balleza puesto que es la vida misma.
ResponderEliminarPreciosos tus versos a la luna, mar, gaviotas y pececillos, gracias Agus.
Un abrazo.
Ambar
Hola Ambar.
ResponderEliminarMuchas gracias y me alegro mucho de que te guste. De vez en cuando me gusta darle vida y pensamiento a todo lo que nos rodea. Es como llenar de fantasía un espacio vacío o crear un mundo paralelo en donde los sentimientos juegan y llevan un papel importante.
Un abrazo.